Cuando se mezclan autoridad insolvente, prestador de servicio insolente y usuarios indolentes, el resultado será invariablemente pérdida. El llamado “tarifazo” es un manual de lo que no debe hacerse para resolver un problema, una auténtica guía de lo absurdo, un despropósito. El transporte público seguirá igual de malo, pero más caro; la gente terminará resignada pagándolo, los dueños ganarán un poco más de dinero y la autoridad estará más desacreditada. Esta película la hemos visto mil veces.
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La otra cara de la moneda es lo sucedido en Metepec. La sociedad organizada ha impedido que la alcaldesa y los grupos de interés que le sostienen, impongan su voluntad sobre la del pueblo. La cancelación del cuartel de la Guardia Nacional en el parque público “La Pilita” es una victoria popular sobre el autoritarismo y la torpeza de un gobierno. Gabriela Gamboa y su cabildo deberían entrar en reflexión para salir de su extravío. Su desempeño es pésimo. MORENA debe cuestionarse si este es el cambio que propone a la sociedad.
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El rector no es político. Sus formas no son las de un hombre dedicado a cultivar las relaciones públicas. Es un académico que busca los resultados y un administrador pragmático. Por su forma de actuar ha cultivado enemistades, rencores de aquellos a quienes ha afectado intereses. Son precisamente ellos quienes se frotan las manos y preparan la celada. No hay de por medio un proyecto académico, plan administrativo o un programa político, es vil anhelo de venganza. La UAEM merece mucho más que eso.
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Las cosas han cambiado y el peso político de los exgobernadores no es ni de cerca el de antes. Antes integraban una especie de consejo en el que representaban los intereses de los grupos de presión que encabezaban y así se repartían el poder. El gabinete, las diputaciones, senadurías y ayuntamientos así se distribuían en los años de jauja del PRI. Hoy es distinto. Eruviel Ávila, Enrique Peña, Arturo Montiel, César Camacho, Emilio Chuayffet, Ignacio Pichardo y Alfredo Baranda tienen diferentes intereses y cada uno anda por su cuenta, el espíritu de cuerpo tricolor está roto.
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La figura política más popular en el Estado de México es el presidente Andrés Manuel López Obrador. Sus niveles de popularidad son altísimos, por arriba de 70 por ciento de acuerdo con la mayoría de las encuestas, mayores que a los del propio Enrique Peña en sus mejores tiempos. No hay nadie que se le acerque.