Albergues de hospitales, un espacio para ayudar… que requiere ayuda (video)

Los recursos que reciben no son suficientes para cubrir las necesidades de estos lugares creados para apoyar.
12 enero, 2020

Cuando una persona permanece en un hospital debido a su estado de salud, generalmente, los familiares deben estar atentos a sus requerimientos, incluso cuando por norma no puedan estar con ellos directamente; cuando este paciente y sus allegados no viven en el lugar donde están internos, los albergues representan una posibilidad para sobrellevar el momento, tanto moral como económicamente.

En el espacio que en Toluca ocuparon las viviendas de militares adscritos a la 22 Zona Militar, sobre la calle de Matamoros, antes de llegar a Paseo Tollocan, en la Colonia Moderna, se aloja un albergue que brinda atención a los familiares que se encuentran en el Hospital de la Mujer, el de Oncología, el Mónica Pretelini Sáenz y el Hospital del Niño.

María de los Ángeles –encargada de éste y de los albergues del Nicolás San Juan y Adolfo López– recibió a AD para hablar de las situaciones que cotidianamente viven las tres personas que laboran en él: la falta de recursos y el trato por parte de los usuarios son temas que abordó.

María de los Ángeles explica que el responsable es el padre Alejandro Lagunas, pero ella es la encargada de supervisar que todo marche; así, se preocupa por la limpieza, la comida, el mantenimiento y, también, por que los usuarios respeten el reglamento del lugar.

El objetivo, dice ella, quien conoce la experiencia de dormir afuera de un hospital, es brindar hospedaje y seguridad a personas que vienen de lejos a acompañar a sus familiares: han recibido gente de Guerrero, Oaxaca o Chiapas, pero también dice que han sido agredidos por personas quienes no quieren cumplir las normas. El hecho de que no se les permita a los familiares dormir en pareja o entrar a horas distintas a las establecidas, así como que no les sea dado solo el servicio de duchas ha sido motivo de agresiones y amenazas.

María de los Ángeles dice que los recursos que les entregan –provenientes de las donaciones que el Alejandro Lagunas recibe y de algunos apoyos materiales por parte del voluntariado del Instituto de Salud del Estado de México– no son suficientes, a veces, dice, ellos deben comprar jitomate y cebollas de su bolsa; también, menciona, el chico encargado de cortar el pasto tuvo que comprar su propia podadora porque hace varios años que del Hospital Mónica Pretelini no le apoyan con personal, como antes, como cuando empezó a funcionar el albergue.

En el caso de los albergues de los hospitales Nicolás San Juan y del Adolfo López Mateos, explica María de los Ángeles, sólo laboran dos personas, una para el turno diurno y otra para el nocturno; en el del Nicolás no reciben apoyo para lavar la ropa de cama.

Para mantener limpio el lugar, como se observa a primera vista, es necesario tener insumos de limpieza; también hacen falta cobijas porque el lugar es frío y no son suficientes, explica, se requieren recursos para el mantenimiento de las bombas de agua, las podadoras, para el pago del gas, que ya tampoco les ayudan a pagar.

María habla despacio, sencillamente, enumera las cosas que les hacen falta: habla de que el teléfono no funciona, le preocupa la situación del mantenimiento de los jardines –el mantenimiento y limpieza la hacen dos personas con bajo sueldo y sin prestaciones– explica como se redujo el personal que del Mónica Pretelini les apoyaba; concluye que son muchas cosas las que les hacen falta.

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