Foto Jesús Mejía
Como toda manifestación ritual, la celebración del 2 de febrero ha tenido con el paso del tiempo modificaciones y especificidades; algunos reconocen esta fecha sólo porque es el día en que quienes obtuvieron la figura del niño Jesús en la rosca deben convidar tamales y atole, sin embargo, esta fiesta se relaciona con la celebración de la virgen de la Candelaria.
La Candelaria, menciona Yvette Jiménez de Báez y otros autores en el artículo, Fiesta de la candelaria en Tlacotalpan, «es, de manera particular, advocación y memoria de la virgen María, cuando en compañía de José llevó a Jesús a presentarlo al templo de Jerusalem […] en obediencia a lo prescrito por la Ley de Moisés, según la cual se debía celebrar el día de la purificación, cuarenta días después del nacimiento; acto que, de conformidad con la Ley de Dios, ordenaba que todo primogénito debía ser consagrado al señor y ofrecer en sacrificio una pareja de tórtolas o palomas”.
La Candelaria se celebra en distintas partes del mundo, en México, específicamente, Tlacotalpan, Veracruz, se ha convertido en el principal lugar de celebración de la virgen de la Candelaria, figura que, además, fue relacionada con una deidad prehispánica asociada con el agua y propiciatoria de la fertilidad, lo que –señala Jiménez– podría explicar que el culto a la virgen de la Candelaria, señora de las candelas y los pescadores, se arraigara entre los indígenas.

La celebración de la virgen se trasladó a la del niño Dios; en un reportaje publicado por México Desconocido se cita al investigador de la Fes Acatlán Arturo Cardoso, quien señala que “el festejo del día de la Candelaria en México es un sincretismo entre la cultura prehispánica, católica y judía”:
- Tradición judía: en el libro de Vaikrá se indica que las mujeres debían ir a la iglesia 40 días después de parir para purificarse y agradecer a dios con una paloma, que luego se transformó en una candela.
- Tradición católica: celebración de la purificación de la virgen de la Candelaria y luego, a principios del siglo XX, la celebración del niño Dios.
- Tradición prehispánica: el mismo día de la celebración de la virgen comenzaba la temporada de siembra, era una fiesta para bendecir el maíz que se tributaba a Tláloc y Chachitlicuetl; con la evangelización se sustituyé el bendecir el maíz con el consumo de tamales.
Actualmente hay lugares específicos en los que la celebración a la virgen es más grande, como Coyoacán y otros donde el protagonista es el niño Dios, en algunos –más alejados de una tradición específica– solo se consumen tamales y atole como una manera de convivencia.

Al final, en este 2 de febrero las tradiciones conviven, y aunque como en toda manifestación cultural ha habido modificaciones y desplazamientos en su significado, su existencia permite el desarrollo de actividades sociales e, incluso, económicas como la venta de ropa para los niños Dios, de tamales y atole, comida afuera de las iglesias y desplazamientos turísticos.