La tradición del nacimiento en México

El presidente municipal, Marco Antonio Rodríguez Hurtado, inauguró un Magno Nacimiento en la Explanada Cívica “Dr. Gustavo Baz Prada”, la cual mide 600 metros cuadrados; además encendió las luces del mega Árbol de Navidad. El alcalde indicó que para su gobierno es importante que los tlalnepantlenses no olviden las tradiciones que han sido heredadas generación tras generación y que conozcan el verdadero significado de estas trascendentes fechas. Acompañado de su familia, el munícipe recorrió los diferentes escenarios que se colocaron en la plaza cívica por primera vez, donde se exponen los personajes más representativos de la navidad. Cabe hacer mención
2 noviembre, 2020

El presidente municipal, Marco Antonio Rodríguez Hurtado, inauguró un Magno Nacimiento en la Explanada Cívica “Dr. Gustavo Baz Prada”, la cual mide 600 metros cuadrados; además encendió las luces del mega Árbol de Navidad. El alcalde indicó que para su gobierno es importante que los tlalnepantlenses no olviden las tradiciones que han sido heredadas generación tras generación y que conozcan el verdadero significado de estas trascendentes fechas. Acompañado de su familia, el munícipe recorrió los diferentes escenarios que se colocaron en la plaza cívica por primera vez, donde se exponen los personajes más representativos de la navidad. Cabe hacer mención que este magno nacimiento mide 30 por 20 de metros largo, está adornado con más de 40 diferentes personajes y, como fondo, muestra un gran paisaje representativo; esta recreación estará exhibida hasta el 7 de enero del 2008. El nacimiento fue plasmado por el escenográfo Manuel Lara, quien realizó los personajes que ocupan un significado especial dentro de este sitio; además de que él fue quien indicó el sitio exacto de dónde colocar cada objeto. Para la representación se necesitaron 50 camiones de tierra, 10 camiones de agregado como grava y piedras; fueron colocados 200 metros cuadrados de pasto, 180 plantas, 25 cactáceas y 500 luces de diferentes colores que iluminan el camino para llegar al pesebre. Además, se utilizó un telón de 30 por seis metros de largo que aparenta un paisaje desértico de noche con montañas y estrellas. Por otro lado, a un costado de la catedral de esta ciudad, se ubica un mega Árbol de Navidad con una altura de 30 metros y adornado con más de mil focos de diferentes colores y 300 esferas. El nacimiento en México En México la magia de crear los nacimientos ha pasado de padres a hijos, quienes han creado piezas espléndidas con el material más delicado -como el algodón o cascarones de huevo- o bien con el tradicional barro. En América fueron los frailes quienes introdujeron las costumbres navideñas cristianas como una forma de evangelización. Con la llegada de los españoles a la Nueva España, la primera representación navideña que se celebró fue en 1528, gracias a fray Pedro de Gante y realizada en el convento de San Francisco el Grande, según el Códice Franciscano. Así la fusión de creencias le dio un peculiar toque a esta tradición, que ha perdurado más de cinco siglos. Muestra de ello son los nacimientos que han logrado sobrevivir y mantenerse firmes al lado del árbol de Navidad y de Santa Claus. Los artesanos mexicanos transformaron a los pastores de Belén en chinas poblanas, carboneros, aguadores y muchos otros; los vistieron con trajes típicos y añadieron los paisajes, animales nativos y oficios propios de esta tierra. Pero sin duda las aportaciones más importantes fueron las figuras del guajolote y el diablito. Paja, lámina de hojalata, porcelana, hojas de tamal, concha, bordados, tejidos, cartón, papel, cristal, barro, algodón, alambre, dulce, cascarones de huevo, cera, laca tradicional, caracol, hueso, coyol, jícara, coco, madera, tela, pintura, cerillos, gises, flores secas e incluso material de reciclaje son buenos para realizar un nacimiento. En Ocotlán, Oaxaca, las flores secas de siemprevivas son la base para hacer los nacimientos; el barro de Metepec, Estado de México, y el de Tolimán, Guerrero, dan paso a una verdadera fiesta de formas y colores donde se funden el Niño Dios y los Reyes Magos con borregos, gallinas, camellos, ríos, cascadas, anacoretas, peregrinos, árabes y hasta con la figura de Lucifer. También hay que mencionar a los angelitos de Tzintzuntzan, Michoacán, o los nacimientos en miniatura y policromados de Tlaquepaque, Jalisco. La cera se asocia al trapo para convertirse en figuras para nacimientos en la región del Bajío, en el estado de Guanajuato. En Salamanca, particularmente, existe una tradición tan arraigada que puede considerarse como el lugar más importante de la república en esta especialidad. Otra tradición digna de mencionarse, y que tiene un sentido alegórico y recurre a varios objetos fantásticos, es la llamada Noche de Rábanos, que se celebra en la capital oaxaqueña el 23 de diciembre. En ella se hacen esculturas de rábano para ser exhibidas por los horticultores alrededor del Zócalo, con ingeniosas formas humanas y de animales, a las que agregan heno en la cabeza como cabellera u hojas verdes como complemento alegórico. En la Catedral Metropolitana de Ciudad de México el Nacimiento que se pone cada año es de tamaño natural, lo mismo ocurre en Guadalajara, Jalisco, en cuya plaza principal se lucen las bellas piezas de barro de Tlaquepaque, donde se pueden observar escenas como la de la matanza de niños ordenada por Herodes, que se recuerda el 28 de diciembre y se conoce como el Día de los Santos Inocentes. En todas las iglesias católicas se monta el tradicional Nacimiento al pie del altar. También edificios públicos, comercios y calles son marco para montar estos belenes, que a veces se limitan al pesebre, la Virgen María, San José, el burro, una vaca y los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltazar. En las casas de familias mexicanas más apegadas a las tradiciones se instala el Nacimiento el 16 de diciembre, incluso algunos lo hacen el 1 de diciembre. Estas representaciones son verdaderos ejemplos de creatividad y producción artesanal. Muchos de los patios de las casas en el país destinados a colocar el Nacimiento lucen ríos, cascadas y lagos que se mezclan con las arenas del desierto y los frondosos bosques y, por supuesto, gallos, gallinas, pollos, cisnes, puercos, vacas, toros y hasta perros se pueden ver en ellos. Luces, espejos y colores se combinan y dan vida a esta tradición que “amarró” el mestizaje. Mesas, bancos, plataformas y tablas a diferentes alturas sirven de escenario para colocar los diferentes cuadros. Sobre ellos se ponen telas pintadas o papel maché para simular los cerros además de ríos y cascadas. Por supuesto, terminan casi siempre sobre un espejo que simula ser el lago donde lo mismo conviven peces gansos y cisnes, con gallos, patos y garzas. Piedras pequeñas de diferentes tipos y colores así como arena simulan rocas y veredas donde distribuyen casas, tiendas de árabes, granjas, nopales y pinos, que se unen a camellos, caballos, burros, vacas y hasta guajolotes. Los climas, estilos y tamaños se mezclan sin empacho alguno y es esta diversidad lo que hace bellos a los Nacimientos mexicanos.

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