En este mes se cumplen el 67 aniversario del reconocimiento constitucional del derecho de las mujeres a votar y ser votadas, sin embargo, el derecho de todas las mujeres a ser escuchadas lo hemos peleado desde antes de la Revolución Mexicana, desde antes de la Independencia y mucho antes de la Revolución Francesa.
Han pasado más de dos décadas de una lucha todavía más aguda, más organizada, crítica y coordinada. Este gran movimiento feminista que nos ha provisto de nuestros derechos, se ha consolidado como un frente sin fronteras, en el que, si tocan a una mujer, nos tocan a todas sin importar el país.
Esta gran lucha nos ha permitido tener un avance acelerado en la apropiación de los derechos que históricamente se nos habían despojado.
Desde abril de este año, el principio de paridad es aplicable para todo, porque las mujeres debemos estar en todos los espacios, porque como declaraba Hermila Galindo desde 1916: “La esfera de la mujer está […] donde quiera que está la del hombre, es decir, en el mundo entero.”
Y hoy, en mi deber como diputada, he asumido una responsabilidad como representante de los valores democráticos, y así, como gracias a esa lucha histórica actualmente puedo hablar desde una tribuna, también he de decir que me siento obligada a seguir luchando contra todas las formas de discriminación, que busquen impedir el acceso y goce de nuestros derechos a las mujeres, utilizando ala violencia como un mecanismo de opresión en contra de nuestro género.
Y asimismo, me siento todavía más obligada a denunciar las violencias contra mi persona, porque las decisiones que tomo en el ámbito legislativo corresponden a mi deber como representante popular, y mis definiciones las hago con absoluta responsabilidad y libertad por respeto a la investidura que ostento, y de ninguna manera permitiré que volvamos a tolerar actuaciones machistas con señalamientos de que “por ser mujer, sólo puedo participar en la política obedeciendo a los hombres”, como si por ser mujer nuestra ciudadanía tuviera la calidad de inacabada y por ello, nuestras decisiones, por el simple hecho de ser mujeres, fueran erróneas.
Nos enfrentamos todavía a una realidad en la que no hay espacio que se diga libre de expresiones machistas, pero afortunadamente, también ningún espacio se encuentra exento de la aplicación de la ley y ninguna persona está por encima de ella
Tal es el caso del Diputado Faustino De la Cruz, quien ha llegado a su curul como representante de unos de los distritos del municipio con los mayores índices de violencia en toda América Latina, y quien sin respeto al lugar en el que se encuentra parado y a las habitantes de su distrito, no ha dudado en señalarme desde su visión machista, androcentrista, en la que sólo vale la opinión suya, de la cual discrepo o la de otro hombre, nulificando mi persona, mi trabajo y con ello, mi convicción, mi decisión, mi voto crítico, que de ninguna manera fue en un sentido personal, si no a un proyecto en el que no creo, un proyecto gatopardista, un proyecto encabezado por el propio Senador Higinio Martínez quien ahora ya ha reconocido que los resultados no están claros; un proyecto creado sin argumentos suficientes y pruebas para sostener la iniciativa, para mí, una iniciativa de mira muy corta, sin análisis crítico.
La fuente del problema no es el tamaño de los municipios, no es el tamaño de las administraciones, no lo eran las y los regidores, siempre ha sido el mal manejo de las finanzas públicas y el uso del poder para el enriquecimiento ilícito. Ya lo ha dicho el Presidente Andrés Manuel, el problema de fondo es la corrupción, y en el Estado de México las prácticas de nepotismo e impunidad, que forman parte de las malas prácticas de gobierno, son el problema de fondo que no se toca siquiera con ésta reforma.
Esta responsabilidad que me otorga la ciudadanía me obliga a actuar con una mayor exigencia, con una actitud intachable y sin tibiezas al momento de decidir, porque mi compromiso está con la ciudadanía, con el pueblo, y no con las prácticas deleznables que han hecho de la política, un ejercicio de corrupción, favoritismos y prebendas.
Cuando se ejerce con valores la profesión política, se trabaja mucho y se gana poco, pero las prácticas tradicionales han hecho creer que ser político ni es una profesión, y se gana mucho trabajando poco, o peor aún, votando mucho y analizando poco.
Me contrapongo a esa imagen degradante del oficio político, no sólo no la comparto, la denuncio, no podemos seguir creyendo que nuestra decisión desde una curul se acuerda en la mesa chica, y si he de recibir ofensas, discriminaciones y agravios por defender la voluntad del pueblo, les digo que no me tiembla la voz ni me tiembla la mano, y con esa misma fuerza lo voy a denunciar.
¿Con qué confianza me vería la ciudadanía de mi distrito y del Estado de México, si cuando se me agravia no levanto mi propia voz? ¿Si cuando en propia persona estoy viviendo los lastres machistas y no soy capaz de señalarlo? ¿Qué representación le puedo ofrecer a la ciudadanía si no defiendo mi propia dignidad y persona?
Así que en relación a la sesión deliberante del día 29 de septiembre del presente año, me quiero pronunciar y le digo al Diputado Faustino de la Cruz que yo no vine a quedar bien con los viejos y vulgares intereses, menos con los poderes caducos, esa masa de prácticas arcaicas está obsoleta y su olor fétido se reconoce desde cualquier rincón de los 45 distritos de nuestro estado, a mí nadie me impuso cómo votar, y no espere que porque somos de la misma fracción parlamentaria, me siento obligada a votar sus acuerdos, no lo hice con el reemplazamiento y la tenencia, y seguiré sin votar como usted, si lo que denominan razones y argumentos, en realidad son acuerdos de cajas chicas.
Ya se los advirtió el presidente Andrés Manuel, el pueblo es sabio, el pueblo no es tonto, así que no trate de engañarle.
Finalmente, quiero que quede muy claro, he demostrado en el ejercicio de mis responsabilidades mi autonomía, mi libertad y mi convicción, de ninguna manera me someto ni me someteré a los designios de mis compañeros de lucha, yo los respeto, les escucho, dialogo y caminamos a la par cuando el horizonte es compartido y el bien común tutelado.
La violencia política contra las mujeres en razón de género, práctica que al parecer no le costó realizar en mi contra, no es una “argucia legaloide” como desdeñosamente lo ha llamado el Diputado Faustino de la Cruz, por el contrario, ya es un delito que se encuentra establecido en el Artículo 280 Bis del Código Penal del Estado de México como: “A quien por cualquier medio impida u obstaculice a una mujer el acceso a los cargos de elección popular, su debido desempeño o la induzca a la toma de decisiones en contra de su voluntad.”
Y también se encuentra en el artículo 27 de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de México como: “acciones u omisiones o bien la tolerancia de las autoridades, basadas en elementos de género que tengan como finalidad menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos políticos en cualquier ámbito de participación o de las prerrogativas inherentes a un cargo público”.
Las mujeres debemos poder vivir libres de todas las formas de violencia y ninguna práctica machista hará que pierda mi autonomía y deje de ejercer mi derecho a disentir.
Nuestra participación es una realidad y más valdría que aquellas personas que buscan seguir violentándonos bajo sus principios misóginos, se acostumbraran a que el espacio de la toma de decisiones ya es paritario, y nuestra voz no volverá a dejarse a un lado.
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