Posiblemente el más grande retratista de la cruda realidad laboral post Gran Depresión estadounidense, John Steinbeck nos legó un puñado de obras maestras que evocan dicha miseria y desolación, entre las que destacan “Las uvas de la ira”, “Al este del Edén” y “De ratones y hombres”, brevísima novela que, no obstante, deja una profunda huella en el lector.
Lennie, un hombretón con una fuerza sin par pero que no está completamente en sus cabales, y George, achispado sin ser una luminaria, pero que se ve impelido a cuidar de dicho compañero, son un par de trabajadores que viajan por el estado californiano en busca del sueño americano; en su caso, ser dueños de su propia finca.
La granja a donde llegan a trabajar es un microcosmos que nos muestra la decadencia social, representada por el hijo del patrón, un hombre soberbio y antipático, y la esposa de este, una mujer de moral extrovertida que propiciará la tragedia.
Resulta imposible, ante la sencillez con que Steinbeck nos describe a estos personajes, tanto en sus diálogos como en la voz narrativa, no sentir emoción por la tragedia que viven día con día los desposeídos, esos entes anónimos que son la base de “la nación más rica, poderosa y privilegiada del mundo”.
Un crudo retrato sobre las dificultades y la dureza de la vida de la clase trabajadora, donde la amistad y la pobreza conllevan la discriminación, la injusticia y la desgracia, pincelado con indiscutible grandeza. Una pequeña joya, una gran obra maestra