¿Tras la tempestad vendrá la calma en América Latina?

La gente ha estado regresando a las protestas para hacer patente su descontento
24 agosto, 2020
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En medio de la pandemia la gente ha salido a las calles por miles para expresar su inconformidad con sus gobiernos y el status quo


El año pasado fue especialmente agitado en buena parte de América Latina. Las protestas en las calles se multiplicaron, enarbolando distintas banderas. Aquí lo comentamos hacia los últimos meses de 2019, señalando que millones de personas en las calles desafiando a los gobiernos fue  una estampa recurrente todo ese año (Las protestas sociales en el mundo).

Dado que este 2020, desde muy temprano, la pandemia por Covid-19 se ubicó en el centro de la agenda pública en todo el planeta, varios meses del año las protestas que volcaron la gente a las calles se detuvo, pero sólo un poco. Luego de declarada la emergencia sanitaria, en Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Bolivia, Panamá, El Salvador, entre otros países de América Latina, se ha venido presentando una creciente ola de protestas sociales que han llenado las calles de sus principales ciudades. Así es, en medio de la pandemia por Covid-19 y desafiando las restricciones impuestas para evitar el crecimiento de contagios, la gente ha salido a las calles por miles para expresar su inconformidad con sus gobiernos y el status quo. Quizá no hemos estado tan atentos a estos fenómenos porque mediáticamente en nuestro país las noticias han tenido una covidcentralidad.

Pero lo cierto es que la gente ha estado regresando a las protestas para hacer patente su descontento e insistir en el señalamiento a un marco de injusticia en que se siente atrapada. En Argentina una de las principales motivaciones para las manifestaciones callejeras ha sido el confinamiento tan prolongado que impuso el gobierno. En Ecuador, recortes presupuestales y nuevos impuestos ha motivado a la gente a salir a manifestarse, exigiendo cambios en algunas decisiones gubernamentales. En Brasil las acusaciones contra su Presidente por el mal manejo de la pandemia ha sido el acicate que lanzó a las calles a miles de personas desde los primeros meses de la pandemia. 

En Chile han sido varias las causas: por un sistema de salud quebrado, por que no se permite a la gente acceder a sus fondos para el retiro, por acusaciones de malversaciones de dinero público, entre otras cosas; el llamado cacerolazo ha regresado y derivado incluso en confrontaciones violentas con la policía. En El Salvador la gente salió a las calles por inconformidades con los apoyos que el gobierno prometió y no han recibido. En Panamá los miles que salieron a las calles fue, igualmente, para acusar que los apoyos prometidos por su gobierno para sobrellevar la cuarentena no estaban llegando.


Los “perdedores” de siempre también serán los más afectados por la pandemia y ello seguirá engrosando los ya muy extendidos grupos sociales que reclaman democracia real


La lista es larga, pero parece haber denominador común: las dificultades económicas. La excepción podrían ser México y el caso boliviano. En este último  los partidarios de Evo Morales tomaron carreteras por semanas en protesta por el aplazamiento de las elecciones a causa de la pandemia. Y en el caso mexicano las protestas que se han llegado a ver fueron por la muerte de un joven trabajador en Jalisco y por violencia de género. Pero, si el componente económico ha sido el factor en común en las movilizaciones de todos estos países, es importante preguntarse si después de que pase la pandemia, de que “la tormenta” sanitaria mengüe, vendrá la esperada calma. Lamentablemente la respuesta más cercana a la realidad es no.

Las estimaciones de distintos organismos como la CEPAL, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, la OCDE y otros pronostican una caída fuerte en las economías latinoamericanas (de forma similar al resto del mundo, pero que puede tener repercusiones más complicadas por la fragilidad económica de cientos de millones de personas que viven en la pobreza en nuestro subcontinente). Por ello, la gente comenzará a sufrir los estragos en su bolsillo más temprano que tarde y volverá a la calle. Además, debe tenerse en cuenta que la serie de problemas que motivaron las protestas del año pasado (violencia de género, educación, democracia, etc.) no están resueltos, sólo en pausa. Lo que parece venir será una suma de causalidades y motivaciones que muy probablemente convulsionará esta región del mundo que es la que concentra la mayor desigualdad.

Lee también: Los caídos por Covid-19 en México

Como ya lo hemos dicho en otro momento, desde ahora se puede anticipar que las protestas seguirán al alza en casi toda América Latina en los meses por venir. La gente volcada por miles en las calles seguirá buscando visibilizar el cada vez más grande descontento en el que viven y confrontando al reducido grupo de “ganadores” bajo el actual sistema económico-político. Los “perdedores” de siempre también serán los más afectados por la pandemia y ello seguirá engrosando los ya muy extendidos grupos sociales que reclaman democracia real, sea en la forma de inclusión, seguridad, educación, derechos, etc. Incluso, no debe descartarse el hecho de que el incremento en el descontento social haga de la protesta una práctica común y casi obligada ante el evidente fracaso en materia ecológica, financiera y social que tiene el actual orden mundial y que la pandemia sólo ha venido a exacerbar.

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