Un pequeño colectivo feminista radicado en Veracruz y que se autonombra “Las brujas del mar”, tuvo la idea de convocar a un paro nacional un día después de la fecha en que se celebra el Día Internacional de la Mujer. Fue a través de su cuenta en Twitter, con el hashtag #UnDíaSinNosotras, que hicieron la propuesta. En el marco de un clima de indignación por los más recientes casos de feminicidio en el país, la propuesta se hizo viral y ha venido tomando fuerza a tal grado que el paro muy probablemente tenga lugar y fuerza.
Vale la pena preguntarse por la utilidad del mismo. Aunque pueden hacerse cálculos de distinto tipo (monetarios, de movilidad, de operatividad) el sentido de un paro no debe ser el de arruinar, sino el de rehacer. Un paro no es sino un acto simbólico, pero su utilidad puede ser potencialmente enorme. Se trata de un alto en el camino para verificar en qué rumbo vamos.
Los antecedentes históricos de los paros a nivel mundial tienen que ver con la clase trabajadora, que al detener su trabajo buscaban mostrar lo importantes que son; pero no es que ellos carezcan de conciencia de la importancia y necesiten de un paro para darse cuenta, sino que es necesario que todos (la sociedad entera) la aquilaten. Así, llevar a cabo un paro es equivalente a poner en pausa la continuidad rutinaria de las cosas para valorar de distinta manera lo que hacemos todos los días.
En México no hay antecedentes exitosos de paros nacionales. Durante gobiernos tan nefastos como los que ha tenido este país en las últimas décadas ha habido innumerables convocatorias a paros nacionales. Ninguno ha tenido éxito. El hecho de que al paro convocado bajo la idea de un día sin mujeres esté siendo adoptado por múltiples entidades públicas y privadas, por personajes públicos, artistas, intelectuales, etcétera, parece augurar que este podría tener éxito en términos fácticos, pero hace falta que tenga utilidad en términos axiológicos.
El conjunto de principios y valores que guían nuestro actuar son los que tendrían que ser puestos en pausa para revisarlos. No faltará quien vea en el paro de “el nueve ninguna se mueve” la posibilidad de un “puente”, un fin de semana largo, un día de asueto para salir o algo similar. Otros verán en ello la posibilidad de golpear políticamente al gobierno, algunos más visualizarán el escenario ideal para tomar las calles, hacer desmanes y pintas. Nada de eso puede estar en el centro del paro. Lo que debería ubicarse como eje del mismo es la reflexión: ¿qué estamos haciendo como sociedad con nuestros problemas de inequidad, violencia, pobreza, marginación, exclusión, intolerancia, relaciones de poder, impartición de justicia, igualdad?
Parar no es sinónimo de yo dejar de hacer algo momentáneamente y reanudarlo luego, sino de detener el curso de las cosas tal como están teniendo lugar ahora, con la posibilidad de reencauzarlo. Sólo en ese sentido tiene utilidad un paro. Resultaría provechoso para todos pararse y mirar que muchas cosas no las estamos haciendo bien como sociedad en relación con la convivencia intergenérica, intergeneracional, intersectorial y todos los demás ámbitos de coexistencia entre otredades.
Hace exactamente un año compartía yo en este mismo espacio una reflexión entorno al fenómeno del feminicidio (que para entonces ya había alcanzado dimensiones alarmantes) y decía: “la indiferencia, la indolencia, la omisión, la negligencia, el silencio son todas formas cómplices”. Hoy reitero ello y le agrego que las cosas podrían cambiar si ejercicios como el paro contribuyen a repensar nuestra actitud, comportamiento, forma de ser y hacer. En ello reside la utilidad potencial del #UnDíaSinNosotras. Si mis alumnas no acuden a clase ese día en la universidad no tendrán problemas conmigo, pero si al día siguiente todos seguimos comportándonos igual, ahí sí seguiremos con graves problemas todos.