La educación a distancia, aunque es positiva, está lejos de sustituir todo el entorno que enriquece a aquella que se imparte de manera presencial y que también contribuye al proceso de aprendizaje de los estudiantes. Las tecnologías son herramientas valiosas, pero no se comparan con la interacción cara a cara entre alumnos y profesores.
Con 22 años como docente en la Universidad Autónoma del Estado de México, Eduardo Garduño Campa opina que la educación a distancia cumple con los objetivos de un programa normal de estudios con esas características, pero considera que el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) solo deberían fungir como herramientas auxiliares. “No pueden ser el futuro de la educación”.
Manifestó que los estudiantes merecen estar en espacios de convivencia como el patio, el área deportiva, la cafetería. Todos los espacios son elementos pedagógicos, se quiera o no”, manifestó el catedrático a AD Noticias.
Y es que en las cafeterías, expresó, van a estudiar o a comentar los temas vistos en clase; o en las áreas deportivas van a desestresarse de alguna materia, etc. “Todo eso no se puede sustituir con la clase en línea”.
Garduño Campa da clases en las facultades de Economía y en la de Ciencias Políticas. Acostumbraba caminar por todo el salón. “Y ahora estoy sentado, hablándole a un monitor. Obviamente, hay gente que me está escuchando en diferentes partes, pero a final de cuentas, le estoy hablando a un monitor”. Extraña las interacciones con sus alumnos “porque verlos cara a cara me permite identificar si entienden o no entienden…”
Mariana Zavala estudia el séptimo semestre de Gastronomía, en la Facultad de Turismo y Gastronomía. Se trata de una licenciatura que requiere mucha práctica: “eso se ha sustituido por clases de cocina, que realmente no son como deberían de ser; seguimos las instrucciones de los profesores solamente por la voz, pero no vemos la técnica, ni una demostración; mis «clases» de cocina ahora son literalmente en mi cocina”, expresó.
Al igual que el profesor Garduño Campa, también extraña la interacción cara a cara, “estar en la facultad, salir a caminar para despejarte, hablar con los compañeros de otros semestres, y sobre todos las prácticas de campo, son una de las cosas que más me ha dolido perder”. Las ventajas en cambio es que ahorra tiempo y dinero, y se le facilita trabajar desde su casa, además de que ha mejorado su alimentación, entre otros aspectos positivos.
De primer semestre de la Licenciatura de Filosofía, de la Facultad de Humanidades, a Emiliano Antúnez Quiroz, le tocó vivir los últimos meses de la preparatoria con la educación a distancia y le pareció que no todos los maestros están capacitados para impartir clases de esa manera. “Viví mucho que los maestros no daban clases, nada más dejaban tareas y proyectos, cosa que me parecía bastante malo porque no aprendía nada”.
Sus clases tienen horario corrido de las 13:00 a las 19:00 horas. “No hay descanso para ir a la cafetería, para hablar con tus compañeros, por decirlo de alguna manera, no se siente la interacción personal de un ser humano con otro ser humano, es muy difícil”. Es su primer año de universidad: “siempre es bonito estar en tu facultad, pero eso yo no lo voy a gozar hasta que todo vuelva a la normalidad”, expresó el joven universitario.